Esta vida no es tan mala,
dijo el juerguista en su lecho.
Que no me espere la muerte
porque a la vida ya vuelvo.
Se levantó de la cama,
con los ojos bien abiertos,
y la gente del sepelio,
del susto se estremecieron.
Vivió ciento veinte años,
disfrutó la plena vida,
y entre fiestas y saraos,
dilapidó su fortuna.
Viendo llegada su hora,
vio las muerte junto al lecho,
candado en mano llevaba,
y se lo puso en el pecho.
Viajando hacia el Paraíso,
sintió el calor del Infierno.
Llevose el pobre gran susto,
al ver a Pedro Botero.
Al Cielo llegó muy pronto,
y esto le dijo a San Pedro:
si no me tratáis muy bien,
de nuevo a la vida vuelvo.
A.R.M.
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