La sociedad es como un pozo sin fondo en el que todo cabe ya que nunca se llena. Vaciamos en él toda la inmundicia que nos sobra,pensando que que al fin y al cabo es sólamente un pozo que ni ve,ni habla ni recuerda lo en él vertido.
Las malas acciones y las conductas delictivas se sumergen; y rápidamente son tapadas por otras aún peores
y que nuestra "conciencia·se encarga de juzgar. De otra forma no sería posible entender el latrocinio con
alevosía y nocturnidad al que nos tienen acostumbrados nuestros políticos,banqueros,defraudadores y
demás sinverguenzas que pululan por nuestra querida ESPAÑA.
El mercado al que dedican sus actividades es inmenso: sobresueldos,financiación ilícita,comisiones,ERES,etc
Su forma de actuar es tan sutil que ríete de los ladrones de guante blanco. Además,parte de la judicatura
que debería actuar en defensa de la sociedad,se dedica a la vida contemplativa o visión beatífica,se con-
tenta con expulsar de la magistratura de vez en cuando a algún juez que intenta ver un poco más allá.
Me viene a la menoria cierto caso ocurrido creo que en la Alpujarra Granadina,en la que un viejecito
se le condenó por coger algo demanzanilla,posiblemente para mitigar su dolor de vientre;adeás seguro que
no tendría dinero para pagársela.¡ Claro era una especie protegida ! Ni más ni menos que manzanilla de la
sierra. Yo me pregunto: ¿ y nosotros no somos una especie a la que hay que proteger ? Pero a ellos,a sus
"Señorías",les llega el eco del inmundo pozo: vosotros sois la especie protegida contra todo y contra todos.
Más aún,su egocéntrica conciencia y su sentimiento de "casta" y élite les responde: ¡ellos son otra especie!
Señores parlamentarios: ¿qué hacemos con los niños a los que sus representantes les dan seis meses para
poder comer? Parece que el hambre es algo tan lejano a ellos que no les concierne;al menos el hambre
ajena.
No es una sentencia pero sí una afirmación como ley universal: no es un ser humano que a su paso por
la Tierra,abusa,atropella,humilla y al hambre y a la miseria condena a los que viven en ella.
Antonio Ramírez Mena
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