Aquella muchacha de oro cabellos,
humilde su casa y pobre su lecho.
Azul su mirada y ojos muy bellos,
la ahogaba la pena al no tener techo.
Perdió su trabajo y en el duro invierno,
dormirá en la calle o en algún cajero.
Tiene tres hermanos y aún sin dinero,
digno el semblante, no quiere lo ajeno.
Allá en la chabola están los pequeños,
no tienen comida y caerán enfermos.
¡Qué triste país!;indignos gobiernos.
Levanta chiquilla, arregla tu lecho,
rebélate, grita tu desconsuelo,
exige a esta gente tu gran derecho.
A.R.M.
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