A golpes bien lo clavaron
en una cruz negra,
de palo.
De su casa también echaron
a todos los desahuciados,
a palos.
De los pobres ahorradores
se han ensañado los bancos,
robando.
La justicia,¡qué justicia!
en este país de espanto,
callando.
La avaricia y la codicia
han hecho de los hombres,
esclavos.
Y la Santa Madre Iglesia
mira siempre al otro lado,
rezando.
Yo pregunto al Dios Eterno
y lo pregunto con rabia,
indignado.
¿De qué nos sirvió tu muerte
en una negra cruz,
de palo?
A.R.M.
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