martes, 15 de octubre de 2013

Negocios.

Cuentan que un día un jugador,
a una Infanta enamoró,
y sin pensarlo un momento,
con la Infanta se casó.
 Aprovechando el casorio,
y al amparo del señor,
un fraudulento negocio,
con un socio concibió.
 Montaron un tenderete,
los socios al alimón,
ofreciendo sus virtudes,
por cierto suelo español.
 Con tan boyante proyecto,
la sociedad apiló,
gran cantidad de dinero,
que rápido blanqueó.
 La Infanta que en su trabajo,
no tenía ningún borrón,
se vio inmersa en el negocio,
por acción u omisión.
 Un juez,carrera intachable,
en el negocio indagó,
con pruebas irrefutables,
el asunto liquidó.
 El juez imputó a los socios,
accionistas son los dos,
veremos en lo que quedan,
la Infanta y el jugador.
                                                             Antonio Ramírez Mena

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