lunes, 14 de julio de 2014

Recordando a Platero

   Cuando imagino un burrito,
siempre recuerdo a Platero,
con sus ojos de azabache,
negros, de intenso negro.
   Sus paseos por la playa,
entre la arena y el sol,
son imágenes grabadas
del Nobel, de Juan Ramón.
   Una charla como libro,
que al mundo entero encantó,
y un rebuzno silencioso
que Platero nos dejó.
   Un canario que se muere,
en su jaula de oropel.
Ya no se escucha su canto,
con el nuevo amanecer.
   Un trotecillo travieso,
asusta a las florecillas,
margaritas, amapolas
y las verdes hierbecillas.
   De desayuno, las uvas,
mejor si son moscatel,
higos morados, maduros,
con sus gotitas de miel.
   Si te llamaban "el loco,
allá en tu pueblo, Moguer,
con su tierno borriquillo,
por las calles monta en él.
   A este alegre borriquillo,
que inspiró al gran escritor,
de pelo grisáceo, suave
como hecho de algodón.
                                                                                                             A.R.M.

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