miércoles, 8 de febrero de 2017

Rimas en sueños.

       A veces, los sueños se hacen realidad y sin saber cómo te encuentras con el "déjà vu". No sales de tu asombro ante lo que te ocurre; ante la sensación de haber vivido lo soñado. Si poéticamente hablando morir es dormir: si el sueño eterno es consecuencia de la vida, no es de extrañar que este humilde aficionado a la rima, saque a la luz, hable de aquello que en sueños cree haber vivido.
       
       I

   Cuando llega el frío
con el duro invierno,
el suelo nevado,
los   caminos yermos.
   He salido al campo
para oír el viento,
su fuerza al soplar,
su gélido aliento.
   Quedé sorprendido,
un pequeño entierro,
a hombros llevaban,
un ataúd negro.
         II
   Silencio era todo,
el triste cortejo,
y un son de campana,
rompía el silencio.
   Un hombre cavaba
en el duro suelo,
profunda una fosa,
la fosa del muerto.
   Una luz difusa,
y el sepulturero.
Oscura la zanja,
y el féretro negro.
        III
   Se hizo la noche,
y en el cementerio,
entre negras sombras,
hablaba el silencio.
   De blanco los nichos,
y los pinos negros,
se asomó la Luna,
vestida de negro.
   Quedé pensativo,
un triste momento,
¡qué pena la vida!
¡qué triste silencio!.
       IV
   Allí bajo tierra,
quedó solo el muerto.
Con grandes sollozos,
las gentes volvieron.
   Chirriaron las puertas
de oxidado hierro,
y solo en la noche,
quedó el cementerio.
   Quedé meditando
del extraño duelo,
la vida, la muerte,
¡terrible misterio!.
        V
   Un reloj la vida,
la muerte, silencio,
un beso, suspiros,
y el adiós al muerto.
   Poesía es la vida,
eterno es el sueño,
nos vamos un día,
a un destino incierto.
   ¿Existe la vida
más allá del tiempo?
Espero saberlo
cuando ya esté muerto.
       VI
   Allá en la otra vida,
frente al Juez Supremo,
¿qué has hecho me dijo
con austero gesto?
   Me sentí inseguro,
me quedé perplejo,
y entonces yo supe,
que ya estaba muerto.
   Recordé la tierra
y el féretro negro,
y la sorda mueca
del sepulturero.
       VII
   Era un día frío,
grisáceo era el cielo,
caía la lluvia
con un ritmo lento.
   Yo cerré los ojos,
sentado en silencio.
Veía las sombras,
con su baile denso.
   En un rinconcito
de mi estado etéreo,
una lucecita
brillaba por dentro.
       VIII
   Me vi hablando solo,
la vida y el tiempo.
Si todo se acaba,
si el fin era cierto.
   El juez implacable,
y el reloj del tiempo,
rápido corría,
marcaba certero.
   Pasado el otoño,
llegado el invierno,
la noche sombría,
y allá el cementerio.
       IX
   ¿Amé yo en la vida?,
odiado silencio,
y allí bajo tierra,
solo, solo el muerto.
   El juez que temía,
le llevaba dentro.
¿Qué has hecho en la vida?
Respondí con miedo.
   Amor, lo he vivido,
que duele por dentro,
que es todo en la vida,
ahora comprendo.
       X
   Pensé que la vida,
un regalo bello,
es risa, alegría,
vivencias, anhelos.
   Crueles destinos,
tristes cementerios,
y allí descansando,
esperan los muertos.
   Pienso que en la vida,
que no todo es bello,
que sufres, que penas,
que te asola el viento.
       XI
   Lo que has sufrido,
refleja el espejo,
es mudo testigo
de lo que hayas hecho.
   ¡Oh maldita muerte!.
¡Qué destino incierto!.
En sólo un suspiro,
se apaga tu aliento.
   Me han dejado solo,
aquí todo es negro.
No sé dónde estoy,
quizás esté muerto.
       XII
   Miré desde arriba,
la fosa en el suelo,
secos los arbustos
de aquel cementerio.
   Una negra sombra
de un esbelto pino,
en el cementerio,
cruzaba el camino.
   Me froté los ojos,
y miré por dentro,
de la oscura fosa,
del terreno yermo.
       XIII
   Desde la distancia,
miré el cementerio,
y allí bajo tierra,
¡no estaba mi cuerpo!
   Pregunté a los pinos,
y a los otros muertos.
No me respondieron,
todo era silencio.
   Me toqué la cara,
me mesé el cabello,
y con un suspiro,
desperté del sueño.
       XIV
   A veces la vida,
pasa como un sueño.
Oscura la noche,
y todo muy negro.
   Ese Campo Santo,
aún lo recuerdo,
con sus nichos blancos,
y sus pinos negros.
   Y en la negra fosa,
del yermo terreno,
espera la tierra,
espera el silencio.
                                                                                                                      A.R.M.

       



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