viernes, 27 de noviembre de 2015

A Dios rogando y con los impuestos machacando.

"El que calla otorga" y esa no es ciertamente mi intención. No está en mi naturaleza de hombre libre. Libres e iguales, ese debería ser nuestro sello de identidad al nacer. Pero desgraciadamente para nuestro País, unos nacen más libres y más iguales que otros.
   Nuestra decadente sociedad no debe jamás olvidar que las Revoluciones nacen todas como consecuencias de grandes crisis económicas y como producto de ellas, levantamientos sociales a causa de los salvajes impuestos que las crisis económicas conllevan. El ejemplo más significativo lo tenemos en la Revolución Francesa, consecuencia directa de los abusos de las clases elitistas y de la nobleza amparadas por el poder absoluto sobre el pueblo soberano al que sin piedad alguna exprimió. ¿Nos está pasando lo mismo?.
   Aunque el parecido con la situación actual no es relevante, si creo que existe una connotación con el malestar social producido por el aumento de impuestos, la tiranía y presión económica de la Banca sobre el pueblo llano y la inoperancia o complacencia del Gobierno ante los atropellos que dejan a la sociedad sin recursos y sin aliento.
   En cierto modo vivimos de promesas, pero cada vez que el Gobierno falta a su palabra, pierde credibilidad y el ciudadano se siente desprotegido entre un Gobierno que promete y el mismo Gobierno que no cumple. Y es aún más grave si la Administración Fiscal y la Agencia Tributaria entierra al pueblo con salvajes impuestos que dejan al ciudadano sin salida posible.
   Injusto y abusivo ha sido el impuesto a modestos jubilados sobre las pagas recibidas por sus años de duro trabajo en el extranjero. Pagas que hasta el dos mil ocho estaban exentas. Pero la maquinaria recaudadora del ministro de turno, en su afán recaudador, no tuvo jamás en cuenta las remesas de dinero enviadas a España por sus emigrantes a los que ahora machaca y que durante varias décadas contribuyeron en gran medida al resurgimiento económico, industrial y social del país al que con inmensa tristeza tuvieron que abandonar. Estos impuestos han llegado a ser en algunos casos de hasta veinte mil euros y sin tener en cuenta el grado de invalidez del jubilado. Invalidez otorgada por el Estado del que reciben la pensión. Se ha llegado a tal grado de injusticia que el impuesto, en caso de muerte, deberá ser pagado por sus herederos. Del árbol caído, hasta la Agencia Tributaria hace leña; para quemarla en el fuego de los poderosos aunque estos sean estafadores y ladrones.
   Creo que somos una sociedad producto de un país a veces cobarde y eso choca con nuestra razón de ser. ¿Qué hubiera pasado si los varios cientos de miles de emigrantes a los que se les ha exigido el pago se hubieran negado a ello?. Simplemente hubiera sido un aviso para el Gobierno y peligroso para su estabilidad. Pero al final de la vida nos volvemos cobardes y no somos capaces de rebelarnos ante la injusticia. A ciertos ministros sólo les queda abogarse el "Derecho de Pernada" para completar el agravio. el atropello sobre la emigración que los sostuvo.
   Pagar impuestos: sí, es básico en toda sociedad y en todo Estado de Derecho. Pero el Gobierno debe poner en práctica una pedagogía elemental en todo lo concerniente a los impuestos y no mira para otro lado en beneficio de aquellos que lo apoyan, de sus "palmeros de turno" y que amparándose en su sombra cabalgan con "patente de corso" por los cuatro puntos cardinales del País convirtiéndolo en la Cueva de Ali Baba.
   No es de recibo por parte de la sociedad que ciertos contribuyentes, muy dados a dar lecciones de ciudadanía abogándose el título de ciudadanos ejemplares y puestos de ejemplo por el mismo Gobierno, evadan impuestos considerados como Delito Fiscal y Fraude Fiscal, vean sus malversaciones de Fondos Públicos amparadas por la clásica prescripción del delito y se vayan de rositas con el bolsillo bien repleto. Ejemplos de ello los tenemos por todo el territorio nacional en el que los ladrones de "alto standing", estafadores y demás indeseables pululan por el país con un sentimiento de impunidad digno de las dictaduras más radicales.
   Si matar, asesinar, es un delito que no queda impune, que no prescribe, no sólo se mata quitando la vida. También se mata apropiándose de lo que es de todos en beneficio propio y condenando al otro, a la sociedad a la penuria,a la pobreza y a la indigencia. ¡ No puede quedar impune ni prescribir de ninguna forma el latrocinio a la sociedad.
   Nos acercamos a paso de carga a las Elecciones y el dinero del contribuyente, el dinero de todos puede ser materia inflamable que avive el descontento del ciudadano y por tanto de las Autonomías. Puede que una Revolución Social esté en marcha y que el grito de ¡basta ya! resuene como un cañonazo. El pueblo necesita una política de igualdad social y será el Gobierno que el país elija el que deberá ponerla en marcha para el bien de todos.
   Espero que esta pequeña pero creo que justa reflexión no escandalice a nadie y que al mismo tiempo sea "un aviso a navegantes" ante lo que se nos viene encima.

                                                                                                        A.R.M.

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