martes, 22 de diciembre de 2015

La bota del poderoso.

   Se acerca a pasos agigantados la Navidad. Todas o casi todas las calles de las ciudades lucen adornos, lucecitas multicolores que las iluminan. Los ciudadanos recorren bulliciosos las tiendas de juguetes y de regalos en busca de un presente para ofrecer a familiares y amigos. Suenan los villancicos y se respira una atmósfera de paz y de alegría. Los restaurantes preparan las "cenas navideñas" y las tiendas de juguetes hacen su agosto. Viajan los Reyes Magos y los ojos infantiles los personifican en los "Belenes" que existen en los escaparates de algunas tiendas.
   Como todos los años, un matrimonio anónimo se dispone a salir para comprar los regalos y juguetes correspondientes. Su familia es numerosa y en cierto modo multicultural. Celebran el Nikolaus, el Père Nöel y los Reyes Magos. Sus nietos y bisnietos esperan los regalos y por nada del mundo les quitarán la ilusión. Pero piensan en lo injusta que puede ser esta Fiesta. Si celebramos la "Buena Nueva", el Nacimiento de Cristo, ¿no nació para todos o sólo para unos pocos?. Piensan en los marginados, en los indigentes, en los sin techo, en los que la Navidad no significa otra cosa que un día más de miseria y soledad.
   Su familia, vive en Europa, ese "ente" que entre todos hemos creado y que no da la talla ante situaciones de urgencia, de conflictos que nosotros mismos hemos provocado y que el mundo occidental, ávido de sus riquezas, no es capaz de resolver, convirtiendo en trágico éxodo un problema humano que a sus puertas llama y que Bruselas en su afán por mirarse el ombligo no ve.
   Arde el Mediterráneo oriental y sus llamaradas en forma de refugiados que huyen de la tiranía de la guerra y de la muerte, se agolpan en las fronteras del "Paraíso Europeo" que les cierra sus puertas. Los campos de refugiados instalados en países limítrofes o próximos a Siria sobre todo en el extremo oriental europeo, Turquía, Grecia, Hungría, etc, no tienen medios y como en los "campos del pasado", rebosan miseria, hambre, desesperación y muerte. Pero ¡oh milagro!, de más de un millón de refugiados, la UE aceptará con cuentagotas a ciento sesenta mil de ellos, y a ese ritmo necesitaremos varios siglos para resolver el problema. Mientras tanto, las playas griegas y turcas y en general de todo el Mediterráneo, se llenan de cadáveres de niños y adultos que sin dudarlo se lanzaron por el camino de la desesperación, allanando el terreno a los "Cuatro jinetes del Apocalipsis" que hacen gala de aquello para lo que fueron creados. Las olas del Mediterráneo, no solamente arrojan sobre sus playas refugiados ahogados, también arrojan la desintegración de una cultura; de una destrucción de eso que tan pomposamente llamamos "Civilización Europea". Eso sí, vamos a intentar acallar nuestra conciencia comprando las víctimas, los muertos mediante una sustanciosa cantidad a Turquía para que nos resuelva el problema. Hemos construido una UE para resaltar los valores de nuestra civilización, y este anónimo matrimonio se pregunta:¿para qué?.
   Hemos creado la "cultura del consumo". Cientos de miles de toneladas de alimentos se tiran a la basura diariamente. Los productores arrojan sus cosechas para mantener los precios en los mercados mientras que la mitad de la población mundial se muere de hambre. Los medios de comunicación exaltan la riqueza, el poder del dinero que arrasa y destruye. Y ante la demanda, la desesperación, la pobreza, la miseria, la muerte producida por la guerra devastadora y los gritos de auxilio que el barro, el frío y la lluvia ahogan, Europa responde con un lacónico: lo siento, no puede ser.
   Podemos destruir, propiciar la hambruna y la indigencia, pero aunque levantemos muros de un kilómetro de altura alrededor de todo el mundo occidental rico y próspero, ellos los marginados, los refugiados, seguirán tomando por "asalto el cielo". Y ni la muerte los detendrá puesto que en su alma, en su ser, ¡ya la llevan!.

                                                                                                            A.R.M.

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