jueves, 3 de diciembre de 2015

Reflexiones sobre la muerte.

   No es fácil escribir sobre algo que el pensamiento occidental considera "tabú". Sin embargo y considerando la muerte como el acontecimiento irrecusable por excelencia, lo considero más radical que la misma vida. Al nacer, somos muertos en potencia, es decir llevamos como sello la promesa de la muerte. En nuestra actual sociedad, nos hemos liberado de multitud de prohibiciones, pero seguimos siendo prisioneros de la gran interdicción, es más seguimos ignorando, en cierto modo negando el gran "tabú" que a todos sin excepción nos concierne: la Muerte. Hablar sobre ella, la sociedad cree que es contrario a la vida y que sólo un espíritu sórdido, macabro, se atrevería a escribir, a dialogar sobre ella y con ella.
   No me considero como alguien de espíritu mórbido, macabro, que ve la muerte en cada rincón de la vida. Sólo la veo como el paso obligado del ser al no ser. Algo indefinido pero real que pone fin a la vida. En efecto, morir no es transformarnos en otro; sino simplemente dejar de ser al de solamente ser en el recuerdo.
   La sociedad en general, ve la muerte en el otro y no en si mismo. Y no viéndola en él, su mente niega su existencia en tanto que suceso próximo. Pero al mismo tiempo y según sus creencias le transporta al Más Allá basándose en las promesas del cristianismo: "el que cree en Mi, vivirá eternamente". Y esa es la visión a la que el hombre y yo el primero nos agarramos desesperadamente. La inmortalidad prometida nos obliga, aunque lo rehusamos, a un dialogo franco y directo con nosotros mismos sobre el suceso del que tarde o temprano seremos autores. Sinceramente y sin engañarme en lo más profundo de mi ser, la veo sólo como algo tangible y al mismo tiempo intangible que pondrá fin a mi vida. A lo que fui y que ya no volveré a ser. Pero la fe, las creencias, vienen en mi ayuda para disipar los negros nubarrones, la incertidumbre que siempre conlleva la muerte y que con certeza la representa.
   Cada persona, cada individuo, ve la muerte de distinta forma según su profesión, su ideología y sobre todo sus creencias sobre el Más Allá al que sin recurso posible nos enfrentamos. La transformación del mito en realidad, de la vida y la muerte como consecuencia de la aventura universal y maravillosa de la vida a la que todo hombre, toda sociedad debe someterse. Se trata de situarnos dentro de los diferentes sistemas culturales, de ver, de analizar, de conocer la muerte por el hombre y al hombre por la muerte.
   Quede bien claro que esta humilde reflexión no es un credo y mucho menos pretende serlo. Es simplemente una reflexión.

                                                                                                    A.R.M.

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