domingo, 6 de septiembre de 2015

¡ Hagan juego señores !

 Recuerdo con gran nitidez las veces que durante mi destino en Alemania he ido a jugar a la ruleta o al blackjack al casino de Baden Baden y al de Heilbronn con la sana intención de saltar la banca, pero al mismo tiempo con la íntima convincción de que saldríamos del casino con la cabeza gacha y el rabo entre las piernas. Pero como hombre precavido vale por dos, siempre reservábamos algún dinero para tomarnos una copa en el bar del casino y dar rienda suelta a nuestra imaginación ante el panorama que se ofrecía a nuestros ojos.
   Tanto mis amigos como yo, quedábamos deslumbrados por los jugadores que con fichas marcadas jugaban sin darle importancia miles de marcos y luego euros como el que juega a las canicas. Siempre me hice la pregunta si el dinero con el que jugaban era suyo o era el de otros y por eso se lo jugaban sin darle la menor importancia.
   Creo sinceramente que las comparaciones son odiosas, pero no tengo más remedio que rendirme ante las evidencias y encontrar muchas similitudes con el "Gran Casino Español". En nuestro magnífico Casino, como en casi todos existe el derecho de admisión y por tanto queda prohibida la entrada la pueblo llano, al español de a pie, que ve como sus ahorros, su trabajo y sus expectativas de vida presente y futura se la juegan ciertos señores que con "patente de corso" recorren los casinos de nuestro querido país: Gobierno Central, Autonomías, Diputaciones y Alcaldías, apostando con cartas y fichas marcadas la mayoría del PIB que el pueblo con su sudor y su trabajo produce. Y como consecuencia de estas apuestas, tenemos vías sin trenes, trenes sin pasajeros, autovías sin coches, gentes sin casas, aeropuertos sin aviones y sufridos ciudadanos sin trabajo y pasando hambre, niños desnutridos, escuelas sin profesores, hospitales abarrotados,la sanidad en decadencia y con una deuda que supera nuestro PIB.
   Pero todo esto, para el Gran Casino no tiene importancia, dice que es coyuntural, sabe que miente pero también sabe que una mentira cien veces repetida, tiene visos de verdad y sigue repartiendo las cartas y fichas marcadas que la misma banca y los poderes fácticos distribuye a sus tahúres de turno sabedora de que siempre las fichas distribuidas y el dinero invertido volverán a su poder, y todo a mayor gloria del dios dinero: la banca siempre gana. Y ante el silencio sepulcral que produce la indigencia, el hambre y la desesperación, en el "Gran Casino" se oye la voz del croupier que resuena en el interior del casino con el sonido de la bolita al saltar sobre los números de la ruleta:¡ hagan juego señores !.


                                                                                                                A.R.M.

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