domingo, 21 de febrero de 2016

El insufrible tacaño.

   Era un mezquino sediento,
de la largueza del otro.
No dormía el pobre hombre,
pensando que paguen otros.
   Por ahorrar comía poco,
buscaba donde comer,
pero que otros le pagaran,
su yantar y su beber.
   Él se sentaba el primero,
pedía cerveza y vino,
buenas tapas que comer,
y no pagaba el condumio.
   Los amigos ya cansados,
del tacaño proceder,
se preguntaban en grupo,
tal gorrón no puede ser.
   En el futuro pensaron,
que a la hora de beber,
no pagarían la cuenta,
para que la pagara él.
   Pero el astuto roñoso,
no se daba por vencido,
jamás metía la mano,
ni se creía aludido.
   Pensará que somos tontos,
pues le pagamos sus vicios,
y riéndose de todos,
apura el vaso de vino.
   Al final la moraleja,
de este increíble agarrado,
es que al amigo gorrón,
hay que dejarle de lado.
                                                                                                   A.R.M.

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