viernes, 15 de mayo de 2015

Conmemoración de los setenta y cinco años de la SAFA.

   Como en estos últimos años, de nuevo me tenéis aquí para conmemorar el setenta y cinco aniversario de nuestra querida SAFA, que nos retrae, nos transporta al pasado. Un pasado del que todos nos sentimos orgullosos y que hoy queremos recordar.
   Al principio, no sabía con certeza qué podía hacer, de qué os podía hablar para evitar algún ronquido que otro y el consiguiente codazo del compañero o de la esposa avisándole del lapsus de atención. Así que con vuestro permiso hablaré de la SAFA, porque gracias a ella, a los que supieron interpretar y transmitir su mensaje, y por qué no decirlo, a nuestro esfuerzo, estamos aquí. Será un canto de homenaje, de agradecimiento a sus setenta y cinco años de dedicación a mi tierra: ¡a Andalucía!.
   Como podéis ver, esta mañana me he puesto una pajarita. Puede que algunos piensen que es por idiotez, por presumir o por una cierta elegancia. Sin embargo, el motivo es muy simple: esta pajarita, su vuelo rápido y limpio representa el espíritu de la SAFA. Quiero enjaularla, hacerla mía, para que ese espíritu que representa, perdure en mi; que no se vaya.

¡ A tus setenta y cinco años !

   Muchas historias comienzan
por el érase una vez.
Yo quisiera revivirla,
volver, ser niño otra vez.
   Son setenta y cinco años
que debemos celebrar.
Años, vivencias, ensueños
que yo quiero recordar.
   Un bonito amanecer
mi tierra necesitaba,
y en este lugar de ayer,
aquí halló la esperanza.
   El Colegio nos acogió,
fuimos niños en su seno
y como madre amorosa,
cuidó nuestro sueño.
   Fuimos una gran familia,
nuestra casa fue el Colegio,
de él salimos un día
siempre llevándole dentro.
   Marcó cual hierro candente,
nuestros años, nuestra infancia,
como el barro moldeados
con el sello de la SAFA.
   Fuiste luz y nuestro guía,
de paz llenaste mi alma.
Viví la fe, la alegría,
viví tu cariño, tu calma.
   Creo que sigue viviendo
en este sitio encantado,
el duende, el vivo recuerdo
de alumnos, de hijos amados.
   El tiempo sigue su curso,
pero quedan los recuerdos
del Colegio que dejamos,
buscando campos abiertos.
   Quiero rendir homenaje,
proclamar ante el Colegio,
que yo no olvido la SAFA,
mi alma la lleva dentro.
   En mi corazón un grito
que sale dentro, muy dentro,
¡gracias de haber permitido
que creciera en tu Colegio!
   Nos apena una noticia
que entristece a todo un pueblo,
se marchan los jesuítas,
no será el mismo Colegio.
   Safistas de vieja escuela,
ansiosos no comprendemos,
de Úbeda por qué se marchan
a sus cuarteles de invierno.
   Que no sea un descanse en paz
como se dice a los muertos,
la "mesnada jesuíta"
no puede dejar de serlo.
   Yo no critico ni acuso
que pierda el alma el Colegio,
que se sienta abandonado
por los que fueron sus dueños.
   Aquella SAFA de entonces
que alumbraba a todo un pueblo,
apagó su luz un día
y dejó sólo el recuerdo.
   Úbeda la jesuíta,
no pude dejar de serlo,
porque la SAFA de hoy,
seguirá siendo el Colegio.
   Úbeda , yo no te olvido
porque yo soy tu recuerdo,
aquel niño que en tus calles,
fue muy feliz recorriendo.
   Valga este humilde canto,
como homenaje sincero,
a esa SAFA que en su día
supo encauzar nuestros sueños.
 
   Quiero dejar bien claro que aunque la Compañía de Jesús abandone Úbeda y por consiguiente el Colegio, para nosotros que bebimos en ese manantial andaluz que fue la SAFA de antaño, cuando volvamos de nuevo a pisar el solar amado, ella siempre estará aquí; no se habrá ido, sólo estará ausente.
   En homenaje a aquella SAFA que nos vio crecer, que disipó con su luz las tinieblas en nuestra tierra y para que esta no pierda jamás su espíritu, gritad conmigo: ¡¡¡ Viva la SAFA !!!

                                                                                                               A.R.M.

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