domingo, 21 de junio de 2015

¡Miedo!

   No es fácil distinguir de una forma exacta entre el miedo y el pánico, ambas son reacciones parecidas, pero a veces provocadas por distintas causas y que pueden provocar en las personas reacciones distintas. El miedo, es una perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo real o imaginario. El pánico es el miedo excesivo posiblemente sin causa justificada.
   Sin embargo, y aunque parezca una paradoja, tanto el miedo como el pánico conducen a la valentía. El valiente es aquel que entierra su miedo, su pánico y con valentía hace frente a lo desconocido. La valentía es una de las manifestaciones del pánico y que posiblemente aparece ante situaciones de miedo o de pánico extremos.
   En política, despertar el miedo en la sociedad para medrar en beneficio propio ante la llegada de lo desconocido, pude ser una "muletilla cultural" para despertar en su conservador votante el temor a lo ignorado y hacerle creer que es malsano para la sociedad que ellos representan. "Nosotros o el caos". Como eslogan publicitario puede calar en ciertas capas de la sociedad, que dispuesta a defender sus prebendas, votará a ojos cerrados ante el horizonte catastrófico que se les presenta.
    Sin embargo, esta "retórica del miedo" en las jóvenes generaciones puede despertar el efecto contrario y avivar la valentía que ante el pánico asimilado, todos llevamos dentro.
   De la misma forma que para comprobar la bondad de un producto del que la publicidad ensalza sus virtudes, hay que comprarlo para examinarlo y probarlo. De la misma forma y manera para comprobar la calidad y la veracidad de nuevas formas de gobierno que se ofrecen a la sociedad para sacarla del miedo a la indigencia, a la pobreza, a la miseria, al desahucio y al paro a la que está sometida,¡hay que votarlas!.
   Las sociedades democráticas, se han desarrollado poco a poco, aprendiendo de sus errores pasados. Asimilando los errores para no volver a caer en ellos. En ellas, su grandeza, su valentía, es desterrar el miedo; hacer frente a lo desconocido, avanzar en él y no caer en los disparates que sin apelación posible la irán destruyendo.
   La Democracia no puede tener miedo ni pánico. Estos crecen y se desarrollan en la imaginación de mentes calenturientas que pregonan el pavor a los cuatro vientos. La "política del miedo" es un engaño, una trampa para la sociedad. Sólo sale beneficiado aquel o aquellos que lo manipulan y ¡jamás la sociedad!.

                                                                                            A.R.M.

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