sábado, 21 de mayo de 2016

Los ochenta de don Juan.

   Qué fue de aquel marinero,
embarcado en un velero.
Después, buen hotelero,
de jugador consejero.
   Ahora lo enfrento al futuro,
cuando los ochenta lleguen,
y en el espejo muy duro,
vea lo que queda de él.
   Me he mirado en el espejo,
y el retrato que yo vi,
no me recuerda la imagen,
que yo tenía de mi.
   Las arrugas como surcos,
muy marcadas en mi piel.
En mi cara las ojeras,
copas de vino y jerez.
   Se me fue la juventud,
y los amores de ayer.
El tiempo ya los borró,
pasó a todo correr.
   Sólo me queda la angustia,
y los surcos en la piel.
Los recuerdos de un pasado,
de una vida de papel.
   Este espejo traicionero,
no retrocede al ayer,
y una sonrisa burlona,
veo reflejada en él.
   Te rompería en pedazos,
amigo que fuiste ayer.
Enemigo si reflejas,
la imagen que ahora ves.
   La vida, no te perdona.
El tiempo objetivo juez,
como el espejo refleja,
en tu imagen la vejez.
   No es vengativo el poema,
ni la imagen que tú ves.
Cuando cumplas los ochenta,
¡ojalá los pueda ver!.
   Cuando tu amigo el poeta,
las bolas al aire lance.
Cuando en los ochenta estés,
¡Intenta jugar como él!
                                                                                      A.R.M.


No hay comentarios:

Publicar un comentario