miércoles, 10 de septiembre de 2014

La frontera

   En la salvaje pradera, el viento rugía,
en el monte, el trueno, rebotar se oía.
El fragor de la tormenta, la noche fría,
las luces de mil rayos,lo oscuro esclarecía.
Amanece, clarea el horizonte, ya llega el día,
en el campo el agua, la lluvia caía.
   En el sombrío bosque, se alegra el día,
y el arroyo travieso, flores traía.
Una figura errante con paso lento,
se vislumbra, aparece por el sendero.
Desafías caminante, al Sol, la lluvia,
y la agreste frontera ya la divisas.
   Cansado, avejentado y afligido,
dejas tu vida, cruel destino.
Árboles, barro y piedras del camino,
enmudecen con gesto entristecido,
y el recuerdo de un patio sevillano,
baila en tu mente, que aviva el paso.


                                                                                    A.R.M.

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