jueves, 8 de enero de 2015

La siega.

    El cielo azul reflejaba,
el campo para la siega,
un par de bueyes tiraban
del arado en la pradera.
    Las mieses para cogerlas,
la espiga de rubio trigo,
en haces estaban hechas
y yo curioso testigo.
    Aventaba el campesino
las espigas en la era,
ayudado por el viento,
de paja dejaba estelas.
    Un pajarillo en su nido,
no cesaba de cantar,
malherido el pobrecillo,
ya no podía volar.
    La bucólica visión,
los cantos, los pajarillos.
De paja un viejo sombrero,
se cubría el campesino.
    Me quedé extasiado viendo
que era posible otro mundo,
otra vida, la ilusión
de que tenemos futuro.
    Volví al cemento, a la urbe,
al correr, al desatino
y con envidia pensé,
en la vida, el campesino.
    Matando estamos La Tierra,
y no tendremos futuro,
si nuestra ambición nos lleva,
a destruir nuestro Mundo.

                                                                                       A.R.M.

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