martes, 20 de octubre de 2015

Libertad.

   Fui rebelde, no lo niego,
en esta vida malsana,
me rebelé contra todo,
la injusticia, la desgracia.
   Y jugué con el amor,
que en la vida me esperaba.
Pasé dejando mi rastro,
herí de amor a las damas.
   Fui corsario de los mares,
al servicio de mi alma,
y no hubo mar conocido,
que a mi paso no temblara.
   Terrible barco pirata,
carabela en la distancia,
armado con cien cañones,
la tripulación en armas.
   No le temo a la tormenta
y adoro la tempestad,
cuando las gigantes olas,
bravías surcan el mar.
   Amores no me han dejado,
huella profunda en mi ser,
y navego libremente,
en mi temido bajel.
   Quizá caiga prisionero,
apresado no lo sé,
la libertad es mi vida,
y libre es todo mi ser.
   Navego con viento en popa,
el viento sopla en las velas,
y al corsario de los mares,
le hacen guiños las estrellas.
   Para mi altiva cabeza,
un precio le han puesto ya.
Quien aspire a tal riqueza,
mi bajel debe apresar.
   Me defienden cien cañones,
la vida, la libertad.
Y en mi temido navío,
libre, surcaré siempre el mar.
   Libertad, que bien que suena,
esta palabra que hiere,
por eso surco los mares,
sin mordaza, libremente.
                                                                                                A.R.M.




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