sábado, 29 de noviembre de 2014

Tarde de otoño.

 ¡Quién no ha vivido una tarde!
la tarde de otoño pleno,
en el silencio amoroso
sólo buscando ese beso.
   Tras el fondo de la tarde,
las acacias, los jilgueros
y allá a lo lejos vislumbro,
se marca el azul del cielo.
   Abrazados sólo en uno,
entre jaras y romero,
las serranas florecillas,
de testigo sólo el viento.
   El tiempo se nos pasó
a nuestro amor veinteañero,
entre mimos y caricias,
entre susurros y besos.
   Acunada entre mis brazos
estaba cerca del cielo,
y una florecilla azul
adornó su negro pelo.
   Cierro los ojos y veo,
ya muy lejos en el tiempo,
el cielo azul y la tarde;
la tarde de otoño pleno.

                                                                                           A.R.M.
 

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