jueves, 28 de enero de 2016

Densa niebla.

   No se veía en la tarde,
el pedregoso camino,
todo lo oculta la niebla,
no sé encontrar el camino.
   Una lucecita vi,
era muy tenue, de cera,
y una llamita oscilaba
sobre una mesa bermeja.
   Mis pasos encaminé,
hacia esa luz de la vela,
sentí el calor en mi mano,
de esa luz azul bermeja.
   Un rayo de sol radiante,
rasgó las nubes muy negras,
y con paso vacilante,
salí de la densa niebla.
   Ante mi se abrió una senda,
para seguir caminando,
un luminoso sendero,
que yo pedí suplicando.
   Caminé mirando al frente,
y borré mi triste rastro.
Recuerdos, amores ahogué,
para seguir caminando.
   En los chopos del camino,
con rabia sequé mi llanto.
Y como aquel caminante,
¡camino se hace andando!

                                                                                                               A.R.M.

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