miércoles, 4 de febrero de 2015

Luna de seda.

    Bajó la Luna a la plaza
con su camisón de seda,
sus blancos pechos de nácar.
Yo me asomé para verla.
    Sabedora de su encanto,
su cuerpo de gran belleza,
su raso negro vestido,
adornado con estrellas.
    Al ver la Luna en la plaza,
su pelo, melena negra,
buscando sola el amor
que no encontraba en la Tierra.
    A ella le ofrecí mi brazo
para ayudarla en su pena,
y en esa noche en la plaza,
yo me acosté junto a ella.
    Encendido de pasión,
besé sus senos dormidos
y ante el fuego de mis besos,
se irguieron negros capullos.
    La noche¡qué silenciosa!
la plazuela, sin un grito,
y ante el cuerpo de la Luna
yo vislumbré el infinito.
    Siempre el amor recordaré
de la Luna en la plazuela,
y busco ansioso en la noche
ese amor que me atormenta.
                                                                                             A.R.M.

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