martes, 3 de febrero de 2015

Señora.

    Que calle el viento que sopla,
que aúlla, que me disloca,
que no me deja escuchar
mis gritos, mi mente loca.
    Que no canten los jilgueros,
que descansen a la sombra,
y que el árbol de la vida,
mate este amor sin sombra.
    ¡Oh dulce amada señora!
que llenáis mi vida toda,
con este amor de locura,
esta pasión que me asola.
    Dejad que hable el amor
y no lo sufráis sola.
Lanzad al viento promesas
de ese amor que me desola.
    Las caricias y los besos,
si vienen de vos, señora,
son el bálsamo que espero,
que mi alma los deplora.
                                                                                            A.R.M.

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